jueves, 11 de marzo de 2010

Cambio Climático en Sudamérica - BBC Mundo

Amigos este 27 de Marzo a las 8:30 pm se celebra en el mundo la HORA DEL PLANETA y lo celebraremos cada uno de nosotros apagando las luces durante una hora con la idea de darle un respiro al planeta.

Con el fin de documentar y difundir conocimiento respecto de este fenómeno quiero compartir con ustedes la nota de la BBC Mundo: Cambio Climatico en Sudamérica.



Lección de Historia - Memorias para el futuro




En un lago ya desaparecido en el Valle Sagrado en Perú, un equipo de investigadores encontró evidencia de que los incas forjaron su imperio durante el último período de calentamiento global, similar al que el consenso de la comunidad científica vaticina para las próximas generaciones.

Hoy, las comunidades de esas montañas buscan aprovechar la sabiduría de sus antepasados para lidiar con el cambio climático.

Uno de los proyectos es plantar los mismos árboles que le ayudaban a los incas a mantener el agua en las alturas, como cuenta en este video Valeria Perasso de BBC Mundo.

Cultivos - El ascenso de la papa en los Andes




Las comunidades andinas en Perú dependen de la papa para su subsistencia. La riqueza de su dieta está dictada por la inmensa diversidad de papas que consumen.

Pero muchas de estas variedades están empezando a sufrir los efectos del cambio climático. El aumento de la temperatura y los cambios en los patrones de lluvia no sólo ha provocado una disminución en el rendimiento, sino que también, en algunos casos, ha echado a perder cosechas enteras.

Para preservar la biodiversidad de este tubérculo, parte esencial no sólo de la dieta sino de la cultura de las comunidades andinas, los agricultores están plantando papas a mayor altura en la montaña. Además, decidieron repatriar variedades originarias de la región pero que habían desaparecido de Perú.

Vea cómo como los campesinos adaptaron sus técnicas y estrategias de cultivo en este reportaje de Laura Plitt y Valeria Perasso de BBC Mundo.

Enfermedades

Suben los mosquitos ... y las enfermedades




En la capilla del Hospital Regional de Cuzco, a más de 3.300 metros de altura, ya no hay espacio para las plegarias. Los bancos de madera han sido reemplazados por camas y los religiosos, por médicos.

En una de estas camas descansa Cirila, quien ha contraído bartonellosis, una enfermedad transmitida por el mosquito conocido como la manta blanca, que ha comenzado a aparecer a mayor altura. La razón: el aumento de las temperaturas.

Cirila tiene apenas fuerza para hablar. Con lágrimas en los ojos me dice que quiere volver a su casa. Allí la esperan su hija, su parcela y sus animales.

Pero por el momento no está en condiciones de irse. La fiebre y la anemia severa no le permiten siquiera levantarse de la cama.

Los médicos aún no saben si la paciente podrá recuperarse: la mortalidad de los pacientes hospitalizados en las nuevas áreas es de hasta 30%.

"Ésta y otras enfermedades transmitidas por vectores (seres vivos que transmiten una enfermedad) –como el dengue y la malaria- que antes estaban en nichos más o menos propios, han comenzado a aumentar en zonas más elevadas", le dice a BBC Mundo el doctor Manuel Montoya, Jefe del Servicio de Infectología del Hospital Regional de Cuzco.


Relación polémica

Para Montoya la relación entre cambio climático y aumento de las enfermedades transmitidas por mosquitos no ofrece lugar a duda.

"Comenzamos a notar los cambios con mucha más fuerza a partir del '98, con el fenómeno de El Niño. A partir de allí empezamos a ver una suerte de quiebre y un cambio ecológico en las enfermedades transmitidas por vectores", explica.

Añade que a principios del siglo pasado se dio una situación similar. "Cuando hubo una ola de calor en los años '20, hubo una gran proliferación del mosquito Anófeles –que transmite la malaria o paludismo- y se presentaron casos de la enfermedad por falciparum en Quillabamba, en la región de Cuzco. Las crónicas de aquel entonces son espeluznantes. Cuentan que murió cerca de dos tercios de la población".

Sin embargo, no todos los especialistas están de acuerdo con Montoya. Es más, por cada artículo que establece una relación directa entre el cambio climático y la distribución geográfica de las enfermedades transmitidas por vectores, pareciera haber otro que niega rotundamente esta relación causa-efecto.

Mito

Para Paul Reiter, profesor de Entomología Médica del Instituto Pasteur de París, Francia, la teoría de que a más calor, más mosquitos, "es un mito que comenzó a circular en la década de los '90", que carece de base científica.

"Los récords históricos muestran que la malaria se había extendido en el pasado a regiones templadas y había logrado sobrevivir incluso en los años fríos de la Pequeña edad de hielo" (desde el siglo XIV hasta el XIX).

Consultada por BBC Mundo, la experta en Epidemiología Ambiental de la Escuela de Higiene y Medicina Tropical de Londres, Sari Kovats, se mostró renuente a dar credibilidad a la historia, sugiriendo dejar el tema a un lado por la posible falta de evidencia científica que muestre un incremento de las enfermedades tropicales en los Andes a raíz del aumento de temperaturas.

Sin embargo, para quienes trabajan en el terreno, como el doctor Montoya, la evidencia es contundente.


Y hasta los más cautos subrayan que el problema existe, aunque no puedan confirmar que el cambio climático sea el único factor que provoca la expansión de estas enfermedades.

"No hay duda de que las enfermedades están apareciendo a más altura. Pero hay que tener cuidado en no dar un mensaje equivocado: el área de una enfermedad puede expandirse por diversas razones y una de ellas es el cambio climático", le explicó a BBC Mundo Alejandro Llanos, del Instituto de Medicina Tropical Alexander von Humboldt, de la Universidad Peruana Cayetano Heredia.

"Yo estoy seguro de que mucho del crecimiento de las enfermedades transmitidas por vectores está en función del cambio climático, lo que pasa es que no es muy fácil hacer la narración causa-efecto", agregó.

Llanos señala además que no sólo se ha expandido en altura la bartonellosis en Perú, sino que también se han reportado casos de malaria, por ejemplo, en el altiplano boliviano.

Más a favor que en contra

Por su parte, tanto el Panel Intergubernamental de Cambio Climático (IPCC) como el Banco Mundial (BM) concuerdan en que el aumento de la temperatura está empujando a los mosquitos hacia arriba en los Andes.

"Tras completar estudios en la zona hemos concluido que muchos hábitats de los Andes que no estaban expuestos a estas enfermedades se verán ahora afectados", le dijo a BBC Mundo el especialista en Cambio Climático del BM Walter Vergara. Y el problema, agrega, es que "las poblaciones no están genéticamente preparadas para los cambios que puede provocar una mayor exposición (a estas enfermedades)".

En respuesta a esta preocupación, el BM implementó un programa para evitar la propagación de las enfermedades transmitidas por vectores en Colombia, donde, según explicó Vergara, ya se ha registrado la presencia del mosquito transmisor de la malaria a más de 2.000 metros de altura.

De la teoría a la acción

La migración de mosquitos y de las enfermedades que acarrean es una amenaza que no se circunscribe a América Latina: cada vez se reportan más casos de malaria entre las comunidades rurales que habitan en tierras altas en África y Asia.

Si bien la discusión sobre si el cambio climático es o no la causa principal en el cambio demográfico de las enfermedades estimula la rigurosidad en la investigación científica, mientras el tema no abandone el terreno del debate, se corre el riesgo de que los gobiernos no pongan en marcha programas de salud para hacerle frente al problema, algo que Montoya ve con preocupación.

"Es importante mantener educada a la población. Cuando surge una epidemia, la difusión de la información es masiva, pero cuando ya nos acostumbramos al problema, las medidas comienzan a relajarse".

"Si no se mantiene a la población constantemente informada y a los equipos de salud permanentemente capacitados, las epidemias serán inevitables", concluyó el especialista.

El Oro que tiene en vilo al Amazonas




Todos los años, con la llegada de la temporada seca, comienzan a bajar de la sierra. Son miles de personas que, empujadas por la pobreza y la falta de oportunidades en su lugar de origen, llegan desde Puno, Cuzco, Arequipa y otras ciudades arriba en la montaña, a buscar el oro escondido en las entrañas de la Amazonía peruana.

Esta actividad genera deforestación, una de las razones del calentamiento, que a su vez está impulsando a otras formas de vida a escapar hacia arriba, subiendo la montaña que ellos mismos bajaron.

Llegan a una zona a la que muchos le han dado el mote de "Lejano Oeste", descripción que, tras visitar Puerto Maldonado y sus alrededores, parece bastante acertada. Hasta sus casas de madera desvencijada, sus locales anunciando la venta de alcohol y sus calles polvorientas parecen sacadas de un set de Hollywood.

Pero la minería informal –principal motor de la economía en la región- está causando estragos en el departamento de Madre de Dios, en el sureste de Perú. El oro depositado a lo largo de millones de años en sus suelos y en sus ríos amenaza con transformar este tupido manto verde, rico hasta la saciedad en flora y fauna, en un desierto.

En los últimos años la explotación aurífera aluvial ha crecido sin precedentes. Minas como la legendaria Huepetue e incluso más nuevas, como Guacamayo, son testimonio del impacto de esta actividad en el bosque tropical: desde el aire, en un día despejado, se divisan gigantescos parches sin árboles, inundados de lodo. Huecos inertes en medio de la exuberancia vital de la selva.

Para extraer el oro los mineros dragan los lechos de los ríos y los lagos, revuelven y degradan los suelos de las playas y los bosques, talando los árboles durante este proceso. Al lavar la tierra y las rocas en busca del metal, crean charcos de lodo y agua, modificando completamente la topografía del paisaje.

El mercurio que utilizan para separar las "chispas" de oro de la arenilla contamina el suelo, la atmósfera, las aguas y los peces que alberga. Y, demás está decir, a la población que depende del agua de estos ríos para beber o de sus peces para alimentarse.

Crecimiento sin límites

"El problema ha ido creciendo de forma exponencial, porque no ha habido un control por parte del Estado", le dice a BBC Mundo Carlos Nieto, Jefe de la Reserva Nacional de Tambopata, un parque nacional adyacente a la región minera.

Según una serie de organizaciones no gubernamentales que trabajan en Puerto Maldonado, capital de la región, unas 30.000 personas trabajan informalmente en este rubro. El Ministerio de Medio Ambiente admite que de las 2.800 concesiones mineras otorgadas en la zona, sólo unas 16 cuentan con estudios ambientales.

En un intento por frenar este crecimiento desbordado, este Ministerio junto con el de Minas y Energía, suspendió la entrega de concesiones mineras por un período de dos años.

El ministro de Medio Ambiente, Antonio Brack, reconoció públicamente que "la minería informal es uno de los más grandes problemas ambientales del país". Describió a esta actividad como un "cáncer".

La ley del mercado

Ellos no respetan, hacen lo que quieren, se meten (en la selva). El territorio es tan extenso que nadie se da cuenta”, le dice a BBC Mundo Santos Kaway, presidente del Departamento de Madre de Dios, quien se siente impotente para hacer frente al avance minero.

Pero hasta el momento, ni las declaraciones ni las medidas implementadas por el gobierno parecen haber logrado progresos en el terreno.

Kaway cree que la responsabilidad debe ser compartida, "debe ser una acción conjunta del gobierno central, regional y local". Aunque en última instancia, en su opinión, gran parte del peso recae en el mercado. En un buen sitio se puede extraer en un día y una noche cerca de 20 gramos. El gramo de oro se vende por cerca de US$35.

"Es como el narcotráfico, mientras el oro tenga un buen precio, la gente seguirá bajando de los Andes, donde se vive una situación de extrema pobreza, porque creen que aquí se podrán hacer ricos de la noche a la mañana".

Ni santos ni demonios

En opinión de muchos, el daño que la minería está provocando en la Amazonía es irreversible. "La vegetación vuelve a crecer. Pero es una imitación triste. Una suerte de farsa. Es mucho menos diversa que la anterior”, dice Sara Federman, una investigadora que estudia la regeneración de sitios mineros abandonados.

El alcalde de la provincia de Tambopata (parte del Departamento de Madre de Dios), José Luis Bocángel, es consciente del daño pero difiere en cuanto a la dimensión del impacto.

"Si nosotros analizamos lo que se ha depredado a nivel mundial y lo que se ha hecho en Madre de Dios, esto es chiquito, pequeño. Además, si aquí usted depreda, al año todo está otra vez crecido”, le dice a BBC Mundo el alcalde.

"Usted no va a encontrar un sitio en el que haya trabajado la minería y ahora esté desierto", dice y se apura a señalar, que, aunque esta actividad mueve el 80% de la economía de la región, su gobierno no ve un solo peso en concepto de canon minero, precisamente porque se trata de una actividad informal.

imothy J. Killeen, autor del libro "A Perfect Storm in the Amazon Wilderness", un libro que explora los cambios que amenazan la biodiversidad en la región amazónica, coincide con que hay que guardar las proporciones cuando se habla del problema.

"En 25 años de actividad minera se ha deforestado una zona de un tamaño equivalente a la superficie que se deforesta en sólo un año en Brasil".

"Es difícil lidiar con ellos", le dice a BBC Mundo Killeen, "pero yo creo que se los está satanizando. Son hombres que trabajan para mandar plata a sus familias. No hay que demonizarlos, hay que trabajar con ellos para mejorar la situación".

Un mal que trae otros males

Víctimas o victimarios, lo cierto es que forman parte de una problemática que excede la temática ambiental.clic

La proliferación de los campamentos mineros ha dado lugar a un sinnúmero de problemas sociales: se han registrado denuncias de prostitución, trata de menores, condiciones de esclavitud y trabajo infantil.

Para muchos -y en esto coinciden tanto el presidente de la región, Santos Kaway, como el jefe de la Reserva de Tambopata, Carlos Nieto- la única solución sería la intervención del ejército.

A mediados de noviembre, el escándalo de lo que sucede en Madre de Dios se tomó el espacio de las portadas de los principales diarios nacionales. Y el ministro Brack renovó su compromiso para combatir el daño de la minería informal en el sureste peruano.

Su estrategia incluye la posibilidad de declarar zonas de exclusión en Madre de Dios con el fin de salvar al menos el 80% del territorio de actividad minera.

Tanto los ambientalistas como los pobladores de la región, esperan que, en esta oportunidad, las palabras y las acciones produzcan un verdadero impacto.

2 comentarios:

  1. Gracias Ronald por alcanzarnos tanta y buena información. Solo un comentario más:hay muchas ideas, pero… ¿Cuál es realmente el mejor camino a definirse?...llega un momento en el cual debemos tener las ideas claras, saber qué es lo mejor para nuestra tierra y para nuestras naciones

    ResponderEliminar
  2. Pienso que el llamado de alerta de muchos cientificos del mundo es el camino y la dirección que debemos tomar, nunca esta demás seguir los llamados a la acción que sabemos van en mejoras de la calidad de vida, sobre todo de nuestras familias. Las acciones por un cuidado del agua se que es posible hacerlo, lo hemos experimentado, por desgracia los intereses mezquinos de la gente que gobierna hace que estas acciones lejos de ser de impacto se convierta solo en meras buenas intenciones.

    ResponderEliminar